Así llegamos a María Grande, un poco cansados, pero también sabiendo que con éste taller alcanzamos a una etapa. Ya antes de irnos habían llegado muchísimas biografias escolares por mail, tantas que tuvimos que separarnos para poder leerlas a todas. -Este grupo es el mas cumplidor de todos-, les dijimos a los docentes. pero eso no era todo, ellos habían entrado en la página y nos preguntaban si nos habían llegado sus mail y que cuando ibamos a poner nuevos materiales en la página, y que era poco tiempo dos encuentros, realmente mucha energía y mucho orgullo. No faltó el acalorado debate, porque siempre que vamos a incorporar cosas nuevas esto implica una asimilación y reacomodamiento de otras cosas, agradecidos por el respeto mutuo, seguiremos siempre un cacho más. Gracias a todos los docentes por su generosidad y por la posibidad de estos tiempos y estos espacios, esperamos de corazón volvernos a encontrar.
La narración de la licenciada Andrea Oviedo.
2º encuentro en María Grande realizado el 19 de agosto de 2011
Con una tarde de mucho frío nos encontramos para realizar el segundo encuentro con los docentes mariagrandenses, quienes por los tiempos de trabajo iban llegando de a poquitos.
Para este taller pedimos un aula para sentarnos en círculo, y poder mirarnos y comunicarnos más directamente. Un gran circulo de 30 personas con un calor humano amable y ansioso. Walter comenzó el taller trabajando las biografías educativas, resaltando que era un ejercicio personal e intimo donde cada uno iba auto observando su trayecto hasta aquí.
Esta instancia del taller fue muy significativo, porque algunas docentes contaron sus experiencias vividas con mucho sentimiento; ejemplo de ello una experiencia que contó un docente: “mis alumnos un día me preguntaron –“¿profe, porque no nos hace pasar al pizarrón”? Y el les contestó:- “no se creo que porque cuando yo era chico una maestra nos obligaba a pasar al pizarrón, y nos hacía pasar mucha vergüenza! Pero si algunos de ustedes quiere pasar puede hacerlo”. Esta experiencia personal y educativa había dejado sus marcas subjetivas, ya que el docente no había tenido en cuenta esa práctica hasta que fue interpelado por sus alumnos.
Fue interesante el aporte del docente y las opiniones que iban exponiendo los demás, quienes recordaban con alegría y entusiasmo sus trayectorias escolares.
Mientras alguien nos contaba algo de su biografía otros murmuraban, haciendo un bullicio que nos distraía, por lo que Walter con un tono de chiste dijo “cuando un burro rebuzna los otros paran la oreja” tratando de llamar la atención de las “murmuradoras” quienes no podían centrar la atención.
Luego de compartir la palabra, trabajamos con la técnica de grupo concéntricos; en dos grupos, con dos casos de situaciones escolares, proponiendo a cada grupo la dramatización y la observación como pilares de la técnica.
La puesta en acto de la técnica fue muy productiva para trabajar la comunicación, los posibles abordajes de las situaciones, el papel de los docentes y directivos, la falta de herramientas para resolver conflictos y la desnaturalización de situaciones conflictivas.
En una multiplicidad de voces pudimos visualizar la necesidad de contar con herramientas, poner el ojo en la observación e interpretación de situaciones problemáticas, problematizar con otros esas situaciones y lo que produce malestar, registrando las potencialidades de los docentes y de los niños, niñas o jóvenes que asisten a las escuelas.
En este sentido, con Yasna trabajamos una exposición teórica sobre el espacio escolar, conceptualizando el mismo y trabajando sobre los procesos de inclusión-exclusión en el campo educativo. Con intencionalidad política trabajamos la importancia de dichos procesos, y de la tarea docente en la construcción de subjetividades.
Estos aportes abrieron un fuerte e imperioso debate sobre el rol o la función de la escuela, si tenía que ser contenedora, si esa contención no les corresponde a las familias, o posturas que reconocían la importancia de la contención para darles una posibilidad a los niños/as y jóvenes o quizás porque consideran que es la única posibilidad que ellos y ellas tienen.
Como equipo estamos convencidos que la educación es un derecho esencial para la vida de cada ser humano y que por ello como educadores debemos luchar por el reconocimiento del mismo, donde el estado debe garantizarlo, pero también teniendo en cuenta que como adultos tenemos mucha responsabilidad para que así sea.
Con una tarde de mucho frío nos encontramos para realizar el segundo encuentro con los docentes mariagrandenses, quienes por los tiempos de trabajo iban llegando de a poquitos.
Para este taller pedimos un aula para sentarnos en círculo, y poder mirarnos y comunicarnos más directamente. Un gran circulo de 30 personas con un calor humano amable y ansioso. Walter comenzó el taller trabajando las biografías educativas, resaltando que era un ejercicio personal e intimo donde cada uno iba auto observando su trayecto hasta aquí.
Esta instancia del taller fue muy significativo, porque algunas docentes contaron sus experiencias vividas con mucho sentimiento; ejemplo de ello una experiencia que contó un docente: “mis alumnos un día me preguntaron –“¿profe, porque no nos hace pasar al pizarrón”? Y el les contestó:- “no se creo que porque cuando yo era chico una maestra nos obligaba a pasar al pizarrón, y nos hacía pasar mucha vergüenza! Pero si algunos de ustedes quiere pasar puede hacerlo”. Esta experiencia personal y educativa había dejado sus marcas subjetivas, ya que el docente no había tenido en cuenta esa práctica hasta que fue interpelado por sus alumnos.
Fue interesante el aporte del docente y las opiniones que iban exponiendo los demás, quienes recordaban con alegría y entusiasmo sus trayectorias escolares.
Mientras alguien nos contaba algo de su biografía otros murmuraban, haciendo un bullicio que nos distraía, por lo que Walter con un tono de chiste dijo “cuando un burro rebuzna los otros paran la oreja” tratando de llamar la atención de las “murmuradoras” quienes no podían centrar la atención.
Luego de compartir la palabra, trabajamos con la técnica de grupo concéntricos; en dos grupos, con dos casos de situaciones escolares, proponiendo a cada grupo la dramatización y la observación como pilares de la técnica.
La puesta en acto de la técnica fue muy productiva para trabajar la comunicación, los posibles abordajes de las situaciones, el papel de los docentes y directivos, la falta de herramientas para resolver conflictos y la desnaturalización de situaciones conflictivas.
En una multiplicidad de voces pudimos visualizar la necesidad de contar con herramientas, poner el ojo en la observación e interpretación de situaciones problemáticas, problematizar con otros esas situaciones y lo que produce malestar, registrando las potencialidades de los docentes y de los niños, niñas o jóvenes que asisten a las escuelas.
En este sentido, con Yasna trabajamos una exposición teórica sobre el espacio escolar, conceptualizando el mismo y trabajando sobre los procesos de inclusión-exclusión en el campo educativo. Con intencionalidad política trabajamos la importancia de dichos procesos, y de la tarea docente en la construcción de subjetividades.
Estos aportes abrieron un fuerte e imperioso debate sobre el rol o la función de la escuela, si tenía que ser contenedora, si esa contención no les corresponde a las familias, o posturas que reconocían la importancia de la contención para darles una posibilidad a los niños/as y jóvenes o quizás porque consideran que es la única posibilidad que ellos y ellas tienen.
Como equipo estamos convencidos que la educación es un derecho esencial para la vida de cada ser humano y que por ello como educadores debemos luchar por el reconocimiento del mismo, donde el estado debe garantizarlo, pero también teniendo en cuenta que como adultos tenemos mucha responsabilidad para que así sea.
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